Credo del Espíritu Santo
Creo en El Espíritu Santo
El Espíritu Santo es la tercera persona que forma parte de la Santísima Trinidad, Dios verdadero de la misma forma que lo es el Padre y el Hijo.
El Espíritu Santo, vivencia cristiana
Lo encontramos en todas partes, especialmente en la Iglesia y en el alma de las personas que están en unidad con Dios, pues todo aquel que lo ame de verdad y viva sin pecado mortal, lo lleva consigo siempre. Durante el sagrado sacramento del bautismo, recibimos la gracia del Espíritu Santo por primera vez.
Más que una creencia, el Espíritu santo debe ser una vivencia para los cristianos. Al momento en el que recitamos El Credo católico y confirmamos nuestra fe al pronunciar las palabras “creo en el Espíritu Santo”, más que un simple enunciado, debe ser el testimonio irrefutable de quien ha experimentado en su vida la acción y gracia que sólo puede venir del Espíritu de Dios vivo.
El consuelo de Jesucristo
El Espíritu Santo, según la promesa de Jesús, es su “sustituto”. “Él estará con ustedes” dijo Jesús a sus discípulos. Ya no estaría con ellos de una forma interna, sino que estaría dentro de ellos. Jesús les prometió no dejarlos huérfanos, sino que, en consuelo, tendrían al Espíritu Santo en su interior, y este les recordaría todo lo que él les había enseñado, y que los llevaría a toda la verdad.
Creer entonces en el Espíritu Santo, es estar convencidos de que Él será quien vaya a renovar permanentemente nuestras vidas. Decía San Agustín al referirse al Espíritu Santo: “Él habita en lo más profundo de nosotros, al punto de estar más cerca de nosotros, más íntimo a nosotros que nosotros mismos”.